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Vademecum De Emociones: La Envidia

La emoción de la envidia puede originarse ante una situación de inferioridad no aceptada o por miedo a la desvalorización por parte de los demás. También puede ser considerada como la incapacidad de disfrutar de la felicidad ajena. Uno nunca envidia el sufrimiento de los demás, pero sí su felicidad y sus cualidades positivas. En otro sentido, la envidia surge cuando queremos algo que otra persona posee. El estado subjetivo de una persona que siente envidia es anhelar aquello de lo que uno cree carecer injustamente, un ansia dolorosa difícil de controlar.

Este “sufrimiento psicológico” se manifiesta en las evidencias conductuales, cognitivas y psicofisiológicas como la ansiedad, la irritabilidad, las respuestas verbales agresivas hacia la persona envidiada, el deseo de perjudicarla o maquinar conductas conspirativas para abortar éxitos ajenos.

Las posiciones que pueden adoptarse ante la emoción de la envidia pueden ser varias, por ejemplo:

  1. Yo gano en la medida en que tú pierdes: tu beneficio me perjudica y me ataca. El individuo no percibe que pueden ser sucesos independientes.
  2. Deseo lo tuyo como defensa: la pregunta sensata podría ser: “¿De verdad lo necesito?”.
  3. Yo siento, tú no existes: dificultad de sentir al otro.
  4. Hipervalorización en tu beneficio y desvalorización de los míos: ante esta actitud, conviene romper la percepción selectiva y ayudar a valorar los propios beneficios.

La provocación habitual para la envidia, al menos superficialmente, es la observación de la persona que supuestamente tiene aquello que queremos, normalmente alguien que consideramos que lo merece menos que nosotros, lo cual también nos parece injusto, por lo cual también lo queremos. Este sentimiento de injusticia por la carencia de lo que uno cree que merece también se encuentra en el inconsciente de la persona que siente envidia.

La envidia suele asociarse a estados emocionales negativos, como la falsa autoestima, la inseguridad y la malevolencia. Ante la desgracia, la pregunta que nos hacemos los humanos es: “¿Por qué yo?”, pero el mecanismo que desata la envidia una vez hecha la comparación es: “¿Por qué yo no?”.

Una de las formas de hacer frente a la emoción de la envidia es haciendo una comparación que nos favorezca. Llegar a la conclusión de que estamos mejor que otros, a veces es una manera de enfrentarse a la adversidad y a la envidia destructiva que sentimos. El desapego, entendido como saber sacar el máximo partido posible de lo que se tiene, también es un buen recurso para controlar la tendencia a sentir envidia. El desapego permite llegar a la conclusión de que no sirve de nada desear lo que no podemos tener, lo cual facilita poder aceptar la privación sin angustia.

 

 

Referencias:

Redorta, J., Obiols, M., Bisquerra, R. Emoción y conflicto. Aprenda a manejar las emociones. Paidós, 2006.

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