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Vademecum De Emociones: La Culpa

La culpa surge de la condena de uno mismo, mientras que la vergüenza incluye el miedo de que alguien te culpe. En la culpa peligra la autoestima, ya que existe autoacusación. En la vergüenza, lo que peligra es el prestigio social si los demás descubren lo que has hecho.

La vergüenza es un sentimiento penoso de pérdida de dignidad, por alguna falta cometida por uno mismo. También puede desencadenarse por una humillación o un insulto. En ambos casos se experimenta vergüenza cuando uno siente que es el culpable. Conviene observar que ante un insulto o humillación unas personas en ocasiones sienten vergüenza y, otras veces, ira. En este sentido, pueden ser útiles la reestructuración cognitiva, la relajación y otras técnicas de inspiración cognitiva.

Tanto la vergüenza como la culpa generan ansiedad. Además, ésta provoca que se valore todo como mal hecho, erróneo, insuficiente, estúpido o inútil y el que lo ha hecho es un despreciable. Así, la culpa es la causa de una parte importante de la ansiedad. Cuando las personas se sienten culpables por cualquier cosa que dice, hacen o piensan, casi siempre quieren decir: “He hecho lo que no debía y los demás me van a criticar y despreciar por ello”.

Dado que precisamos liberar la angustia que produce la culpa, se hace necesario dotarse de mecanismos sociales de liberación de la misma. El principal mecanismo que permite aliviar la culpa es el arrepentimiento y la reparación. Por un lado, el arrepentimiento produce liberación y un impulso a compensar el mal causado. Por otro lado, la reparación del daño la encontramos en todos los sistemas jurídicos y tiene como efecto mostrar socialmente que el arrepentimiento es verdadero, devolviendo así a la norma su plena eficacia.

Otro mecanismo es el perdón. Cuando perdonamos o nos perdonan de corazón, se restablece la normalidad emocional. El alivio se generaliza y, aunque normalmente a nivel de la confianza interpersonal hay consecuencias, lo cierto es que aprender a perdonar y aceptar disculpas son potentes mecanismos de regulación de estas situaciones emocionales.

Más aún, cabe mencionar otro mecanismo: comprender el fenómeno de la atribución. Comprender por qué pretendemos librarnos de responsabilidades, por qué existen actitudes sesgadas en la imputación de estas mismas responsabilidades y cómo se produce este mecanismo puede ayudar sobremanera a comprender mejor el fenómeno personal y social de la emoción de la culpa.

Se ha dicho que una sociedad productiva debe generar un número razonable de errores. Una sociedad sin errores sería una sociedad estática, inmóvil, sin evolución ni progreso. La forma de valorar los errores depende de las sociedades. Sin duda, reducir los niveles de culpabilización debería ser un índice del incremento del bienestar y del desarrollo social.

 

 

Referencias:

Redorta, J., Obiols, M., Bisquerra, R. Emoción y conflicto. Aprenda a manejar las emociones. Paidós, 2006.

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