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Vademecum De Emociones: El Miedo

El miedo es la emoción que se experimenta ante un peligro real o inminente. El miedo es activado por amenazas a nuestro bienestar físico o psíquico. La experiencia de miedo es debida a algo. Es normal sentir miedo ante ciertos acontecimientos, por ejemplo un huracán o una tormenta fuerte. Pero a veces se sienten miedos irracionales, referidos a supuestos peligros imaginarios; son estímulos reales, pero no se trata de peligros reales, como por ejemplo ciertos ambientes sociales, hablar en público, buscar trabajo, cumplir en el trabajo, practicar deportes, exámenes, etc.

El miedo es una emoción negativa en cuanto experimentamos que nos hace sentir mal, lo cual no significa que sea una emoción mala. Así, por ejemplo, cuando alguien percibe que corre el peligro de ser atacado, se dispara el miedo que le induce a ponerse a salvo. Si no tuviera miedo, probablemente no haría nada para defenderse.

Existen diversas gradaciones dentro de la familia “miedo”. También se introducen matices, a veces sutiles, que dan lugar a emociones variadas, como la ansiedad, el temor, el horror, el pánico, el pavor, el desasosiego, el susto, etc.

La forma más habitual de afrontar el miedo es la huida o evitación de la situación peligrosa. Si esto no es posible, el miedo motiva a afrontar el peligro. Estamos ante el clásico luchar o huir, que resume las respuestas impulsivas ante las dos emociones básicas por excelencia: la ira y el miedo. Esta respuesta funcional tiene como objetivo proteger a la persona. Ante la experiencia de miedo el organismo reacciona rápidamente, movilizando una gran cantidad de energía, de tal forma que prepara al cuerpo para respuestas más intensas de las que sería capaz en condiciones normales. Sin embargo, si la reacción es excesiva, la eficacia disminuye. Por lo tanto, a más activación mayor rendimiento, pero solo hasta cierto punto (nivel óptimo), a partir del cual, a medida que aumenta la activación disminuye el rendimiento. Una vez sobrepasados ciertos límites de activación más allá del nivel óptimo, puede producirse un bloqueo emocional y un entorpecimiento de la acción. Un ataque de pánico es un ejemplo de este tipo de situaciones.

 

 

Referencias:

Redorta, J., Obiols, M., Bisquerra, R. Emoción y conflicto. Aprenda a manejar las emociones. Paidós, 2006.

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