
Valorar el impacto del teletrabajo en el actual contexto es algo complicado. A su propia naturaleza hay que añadir la forma en que se ha convertido en el modo dominante, ya que hemos modificado el hábito de trabajar sin atender a otra variable más que a la urgencia. No hemos explorado alternativas ni hemos corregido a media que ganábamos experiencia.
Sin embargo, lo que es seguro es que podemos identificar tres características que definen el teletrabajo: la deslocalización, la facilidad de acceso y la dependencia tecnológica.
La deslocalización del lugar de trabajo: Elegimos teletrabajar en cualquier lugar y evitamos los costes asociados a los desplazamientos. Asimismo, si el teletrabajo se realiza desde el domicilio, el entorno privado deja de estar preservado y sus límites pueden llegar a confundirse en mayor o menor medida, ya que se superpone el ocio y el trabajo. ¿Pero esto es un problema en sí mismo? No tiene por qué, ya que la experiencia os indica que algunas profesiones (diseñadores, médicos con consulta privada) han hecho del espacio privado y del laboral algo perfectamente compatible.
Accesibilidad permanente: La misma red comunicativa que nos permite teletrabajar nos empuja a estar disponibles 24/7. En el entorno online, las prioridades cambian a conveniencia y las reuniones pueden convocarse en segundos.
La tecnología: El entorno virtual se apoya en las funcionalidades de los gadgets, y los materiales de trabajo son accesibles en la nube y se ponen a disposición en espacios compartidos que permiten trabajar en remoto y simultáneamente. Sin embargo, lo más relevante es que existe un modo de comunicación distinto, en el que las interacciones personales se ven modificadas por la no presencialidad y la existencia de una separación física vía pantallas.
Gracias a estos tres elementos, la pandemia no ha sido una catástrofe todavía mayor. Sin embargo, a medida que este entorno virtual permanece, surgen algunas disfunciones.
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Disfunciones del teletrabajo
Menos control sobre la propia actividad: Urgencias imprevistas, mails o videollamadas de última hora trastocan nuestras prioridades y agendas, causando una fatiga y desgaste adicionales. La pandemia, en la medida que nos obliga a estar en un solo lugar, magnifica este efecto.
Intercambio personal limitado: la virtualidad implica no disfrutar de las interacciones cara a cara y de las relaciones interpersonales que se derivan inevitablemente de la presencialidad.
Los efectos del teletrabajo
Para aquellos más habituados a trabajar de modo autónoma, la transición habrá sido menos exigente; mientras que para quienes trabajaban en entornos más relacionales, la transición habrá sido más dura. En buena medida, la vivencia del teletrabajo comporta retos considerables. Éstos se podrán abordar siempre que los contextos sanitarios permitan flexibilizar el entorno vital, pero, además, al menos en el corto plazo, dependerá de cuánto tardemos en establecer límites y correcciones.
Sauquet, Alfons (2021, abril). ¿Descubrimos el teletrabajo o fuimos arrojados a él? | Harvard Deusto Business Review. Recuperado 4 mayo, 2021, de https://www.harvard-deusto.com/sumando-ideas-luces-y-sombras-del-teletrabajo
Interesante publicación!!
Completamente de acuerdo con la necesidad de cambio y adaptación del nuevo concepto de transformación organizacional desde la ayuda de los expertos en RRHH.
Muchas gracias People Art!!!