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Vademecum De Emociones: La Alegría

La alegría es la emoción que produce un suceso valorado como favorable. Otros conceptos de la misma familia son la euforia, la excitación, el contento, el deleite, la diversión, la satisfacción, el regocijo, etc. La alegría se activa neurológicamente mediante un fuerte descenso en la tasa de descarga neuronal. Así, resolver un problema difícil, el alivio de un dolor físico o de un problema que provoca ansiedad son muestras de un patrón descendiente de la activación neurológica de la alegría. Además del alivio originado por la consecución de las metas, la alegría es una emoción que también se activa a través de acontecimientos positivos. Un tercer nivel de activación de la emoción de la alegría se deriva de aquellos acontecimientos que corroboran el concepto de autovalía de la persona.

En general, la alegría se da cuando creemos que estamos haciendo progresos razonables hacia la realización de nuestros objetivos. Los estados de alegría y tristeza son contagiosos. Queremos estar con personas alegres e intentamos evitar estar con personas tristes. Tener ilusiones positivas es un antídoto contra la depresión y un estímulo hacia los estados de alegría.

La alegría facilita la empatía, lo que favorece la autoestima, la autoconfianza, las buenas relaciones sociales, el rendimiento cognitivo, la solución de problemas, la creatividad, el aprendizaje, la memorización, la curiosidad, la flexibilidad mental y otros aspectos positivos del comportamiento humano. Como es lógico, la alegría se relaciona con el gozo, la sensación de bienestar, la capacidad de disfrute, el estar contento, pero no excluye la posibilidad de momentos de dolor, pena, lucha o conflicto.

Se observa que cuando acontecen hechos favorables para una persona cuyo estado de humor es disfórico, éstos pasan desapercibidos; mientras que cuando suceden acontecimientos desfavorables para una persona cuyo estado de humor es eufórico, pueden pasar sin ocasionar las esperadas molestias. Si una valoración global de nuestra vida arroja un resultado negativo, entonces un acontecimiento positivo puede tener un bajo poder de satisfacción.

Resulta sorprendente el hecho de que la gente objetivamente opulenta a menudo hace una valoración negativa de su bienestar, mientras que la gente que vive en condiciones duras, privaciones y penurias económicas a menuda realiza valoraciones positivas de su bienestar. Por eso es importante añadir de forma constante la palabra subjetivo a la de bienestar para anunciar que lo objetivo y lo subjetivo son realidades diferentes.

Cuando la alegría se desborda estamos ante una situación de euforia que, como todas las emociones, conlleva un fuerte desgaste emocional. La euforia es una situación de activación total que invita a la acción y al contagio abundante; los excesos de euforia tienen también efectos psicosomáticos negativos, como pueden ser cambios importantes en la presión arterial o, también, efectos sociales graves cuando la situación se produce en grupo y en situaciones de relación social masiva.

 

 

Referencias:

Redorta, J., Obiols, M., Bisquerra, R. Emoción y conflicto. Aprenda a manejar las emociones. Paidós, 2006.

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